Se acaban de publicar en España las vivaces memorias póstumas del poeta beat, pintor, activista, editor y pacifista Lawrence Ferlinghetti , 'El chico' (Ed. Libros del Kultrum), un viaje experimental a su acontecer hasta morir en 2021, a los 101, un código binario fabuloso que cantarían los Hidrogenesse y una centenaria vida con un mantra rector: «Om Om Om en vez de yo-yo-yo». Ferlinghtetti escribe trepidante sin signos de puntuación sobre el egoísmo: «En algún futuro no muy distante la tierra será succionada por las fauces gigantescas del universo e incluso el multiverso será succionado o vomitado en algún olvido infinito así que déjennos cantar y bailar en nuestro tic tac de eternidad y su relato surrealista en el que está empotrada la biografía del chico-malo-yo el pretendido antihéroe el broncas virtual nacido de lleno de deseo omnívoro ansioso de vida cuando saltó del esperma a una sucesión de interminables aventuras en este mundo salvaje de la tierra donde solo hay yo-yo-yo a pesar de los miles de millones de otros seres sintientes». Como el 'Ulises' de Joyce, pero más comprensivo con la compresión, el fundador de la famosa librería de San Francisco 'City Lights', el autor del poemario 'Un Coney Island de la mente', el que fuera «un hombre valiente y un poeta audaz» en palabras del anti-entusiasta Bob Dylan, se plantea constantemente en estas deslumbrantes remembranzas por qué estamos aquí: «Siempre he estado apartado en mi propia burbuja en algún suburbio de la conciencia soñando o fantaseando o metiéndome el dedo en la nariz en sótanos sin esperanza con colegas viajeros o gente de esa calaña imaginando que voy a cambiar el mundo o algo así que soy una especie de friki literario y mi mente solo es el pensamiento estreñido de la especie demasiado superficial como para llamarlo nihilismo porque lo que yo quería verdaderamente era caminar por el mundo cocinando la sopa de la Alegría». Y cierra: «Acaso podría decirme alguien qué se supone que tenemos que hacer en este mundo aparte de sentarnos y pensar una respuesta». Y pienso que, si te haces esta pregunta, la más importante y solitaria en su desértico podio, aún no está nada perdido. Es más, eres infinito. O baldíamente infinito, si te amarga ser un milagro.
Publicado el 05-09-2024 14:03
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