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Soledad Mallol, de Las Virtudes: «Nosotras teníamos higos, los cómicos tenían egos»

Soledad Mallol, de Las Virtudes: «Nosotras teníamos higos, los cómicos tenían egos»

La explosión de cómicas españolas en los últimos años, que si Carolina Iglesias, Eva Soriano, Lala Chus o Henar Hernández, por mentar unas pocas, es una vieira clave en el camino de Santiago del humor en nuestro país, que por supuesto tiene pioneras. Las Virtudes , por ejemplo, el dúo formado por Soledad Mallol y Elena Martín (y sus memorables pelucas negras de Cleopatra) que a finales de los 80 y 90 eran unas 'referentas' en esto de hacer risa. Incluso fueron las primeras en actuar embarazadas en la tele y acabaron en revistas del corazón por ello. Reconstruimos con Mallol aquellos años virtuosos, la relación con sus pares hombres a los que pagaban más y una exitosa carrera que le llevó a cantar las campanadas en 2007 en Telecinco y ser, en definitiva, un rostro muy popular en dos milenios diferentes, poca broma. -Un nazi le ha pegado a un humorista y ha duplicado sus seguidores en Twitter, mientras que la víctima se ha quedado igual. ¿Alguna moraleja?-La moraleja que saco es que estoy en otro mundo en otro tiempo. Me resulta tan, tan, tan ajeno y tan absurdo... que no sé si me gustaría estar como estuvimos nosotras, con Virtudes, ahora. Y eso que se nos subían a veces al escenario alguno que otro o una celosa nos tiró una vez una cerveza. Si alguien hacía algo así era denostado por todo el mundo y no al revés. -En otro mundo y en otro tiempo, ¿cree que es peor la situación actual?-Nada es peor ni mejor. Es simplemente diferente. Hacíamos lo que nos hacía gracia a nosotras. Ahora hay muchas cosas que sé que son buenas, me resultan graciosas y tal, pero no sé si es que estoy en otra página. Hay gente que sí que ha traspasado. Por ejemplo, Gila. Da igual que le oigas ahora. No tenemos ya nada que ver con la guerra. Sin embargo, nos hace gracia, ha trascendido. A muchísima gente, muchas mujeres, les hace gracia cosas que hacíamos nosotras entonces. Y muchas cosas que decís eran nuestras y nadie sabe que venían de ahí. -Por ejemplo.-La manera de hablar. Decir mal muchas cosas. Parecía que éramos unas incultas y lo hacíamos para reírnos. Marujas o algo así, que nos parecían personas maravillosas y super inteligentes que habían tenido la mala suerte de no haber hecho una carrera o ir al colegio. Nunca nos reímos de ellas, nos reíamos con ellas. También nos reíamos de nosotras mismas de si estábamos más gordas o menos, si éramos más mayores o menos. «Me acuerdo que yo tenía cintura»… La gente se descojona con eso. Si eres tú el que te ríes está estupendo, pero si tú le dices a alguien: «Anda, que no tienes cintura». Hay que tener un poco de cuidado. Si era una cosa que podía dañar mucho a alguien, por mucho que nos hiciera gracia ese chiste, lo quitábamos. Éramos así. No digo que los demás tengan que hacerlo, tienes que hacerlo como te dé la gana. Pero a nosotras no nos merecía la pena meterte con alguien que tenía un defecto y hacer un chiste de eso. Porque es muy fácil.-Se formó con William Layton en el Teatro Estable Castellano. Teatro alternativo, ¿no?-Era lo más moderno que había entonces. Miguel Narros es con quien empecé. William Layton, José Carlos Plaza, mucha gente buenísima. Eran muy modernos, pero lo serían ahora también. Y se hacían cosas y montajes que eran increíbles. Empecé con 'Así que pasen cinco años', de Lorca, y era impresionante el montaje que había. Era siempre con diez o veinte actores, que ahora mismo somos dos y ya somos muchos. -La comedia no es un género menor.-En absoluto. Es un género de los más difíciles que hay. Hacer reír es muy difícil. Hay gente que de natural, por la calle, va contando chistes y tiene algo especial que hace gracia a la gente. Pero no, o sea: ¿menor por qué? Alegrar la vida a la gente es la cosa mejor que me haya podido pasar a mí nunca. Yo, una niña de Carabanchel, de clase más media-baja que alta, y que no sabía ni lo que iba a hacer en mi vida. Y, de pronto, toqué las tablas y dije: esto es lo mío.-De Carabanchel, el tercer barrio más 'cool' del mundo, según una revista de tendencias. ¿Cómo se queda?  -Me quedo muerta. Es mi barrio… Ahora no lo reconozco, porque hay muchísima gente diferente. Yo no era una niña muy feliz, la verdad. No se me daban muy bien muchas cosas. Se me daba muy bien la literatura, la filosofía, pero de pronto matemáticas, todo eso, se me daba fatal. Con lo cual, siempre estaba suspendiendo, era de las de la última fila. No lo pasé muy bien. No volvería a la niñez . He sido feliz a partir de que subí a un escenario. -En el año 85 ó 86 forman Las Virtudes. ¿Cómo surgió?-Estábamos preparando 'La Orestíada' en el Teatro Lara. Elena estaba en las contraltos y yo, en las sopranos. Y ahí ella decía una parida, yo decía otra. Y cuando nos fuimos a Mérida, cogimos una casa entre cuatro amigas y ahí empezó a ir muy bien. Y decían nuestros compañeros: ¿por qué no hacéis algo? Y empezamos a hacer trocitos de 'La Orestíada' de cachondeo. Empezamos en mi casa, teníamos una habitación en la que poníamos las escobas como micros para las coreografías, porque queríamos hacer música también. Estuvimos unos cuantos meses y enseguida empezamos. Porque Madrid era una fiesta, la verdad. Nos tocó justo en toda la Movida madrileña, había muchos sitios. Y fuimos a un local y nos contrataron. Al principio ni siquiera hablábamos, nos daba vergüenza. Poníamos las canciones y una grabación. Teníamos un morro... Y empezó también a venir gente de Televisión Española, que nos contrataron para hacer el primer programa que se hizo feminista, entre comillas. Se llamaba 'Ni a tontas y a locas', era de cosas que les pasaban a las mujeres.-El gran nombre de Las Virtudes, ¿cómo llegó?- Estaba buscando cosas absurdas, que mejor ni las digo , y, de pronto, a mi exmarido, se le ocurrió Virtudes. Queríamos ser cabareteras virtuosas. Desde el principio fue con la peluca puesta porque teníamos pelos muy diferentes. Yo llevaba en ese momento el pelo rizado y ella el pelo corto y de colores. Nos gustaba como que fuéramos muy uniformadas. -¿Qué referentes tenían?  —Anita Loos, la que escribió 'Los caballeros las prefieren rubias', una guionista de los años 20 que era impresionante. Si lees los libros de esta mujer, te estás riendo todo el tiempo. Cuando no se nos ocurría nada, empezábamos a leer sus libros y saltábamos a alguna historia de ella. Y luego Cleopatra. Y Gila, que encima tuvimos la suerte de trabajar con él. Le conocimos en televisión, era ya bastante mayor. Y decía: «Si yo no quiero trabajar, lo único que necesito es pasta todavía y no sé qué». Y luego estaba en el camerino, como ya mayor, y salía de pronto al escenario y... ¡Guau, otra vez, omo si tuviera 20 años! Ellos eran los referentes y también todas las cosas que nos decían amigas nuestras marujillas y gente del barrio. Yo de Carabanchel sacaba un mogollón de cosas. También Mary Santpere, que era muy graciosa. Y Lina Morgan, que creo que ahora se le está dando su sitio. Hubo una temporada que parecía como horterilla, graciosa pero no moderna. A nosotras nos pareció maravillosa siempre. Yo fui la última que trabajó con ella, en 'Escenas de matrimonio'. Tuvimos una relación tan buena, era tan graciosa. Lo cambió todo para las mujeres, compró un teatro y tuvo las narices de hacer ella sola todo y gustó muchísimo. El público estaba a muerte con ella. -Os encantaban los juegos de palabras.  -Pedorra que te moleste, en mi molesta opinión... Mucha gente, ya te digo, las dice y no sabe de dónde vienen. -Como no había mujeres en escena, muy reciente el franquismo también, ¿se os veía como una rara avis?  -Tuvimos mucha suerte, se nos aceptó muy bien. Y siempre tuvimos muy buena relación con los compañeros. Y sabíamos que cobrábamos menos que ellos. Eso era una cosa que nos dolía y que nos sigue doliendo. Pero bueno, ¿qué le íbamos a hacer? -¿Alguna vez lo comentaron a los contratistas?  -No, no se sabía. Lo que pasa es que luego te enterabas de que estamos haciendo lo mismo y están cobrando tanto y tal. Percibía machismo por todas partes porque lo veía por todos los sitios, lo que pasa es que nosotras en ese momento, como bien dices, veníamos de una época que estaba prácticamente todo prohibido. Y de pronto se abrió tanto que estábamos como relajados y haciendo lo que nos daba la gana. Nadie nos dijo que que teníamos que hacer una cosa u otra, escribíamos nosotras los guiones. Pero lo que sí que me ha dado más rabia es gente de ahora, más joven, que dicen: «Creo que vosotras hacías algunos de los sketches que eran como machistas». Me quedaba tiesa. Y vosotras, la ironía, ¿sabéis lo que es? Porque todo lo que hacíamos era irónico. Estábamos ironizando sobre eso y haciendo crítica, pero no con mala leche. Era todo lo contrario. Eso duele. Duele porque nosotras creo abrimos una puerta para muchas mujeres. -¿Algún compañero denunció su situación?  -Nos enteramos luego más tarde. Es el único gesto medio machista que nos pasó, porque todo lo demás no lo era. Es que normalmente aquí la gente no sabe lo que cobran los demás. Fuimos a sustituir a un dúo porque les pasó una cosa, y vimos que estaban cobrando muchísimo más que nosotras. Y nos quedamos así. Pero bueno, parecía todo lo normal. -Vaticinaron que tardarían menos de un año en separarse.-Dos chicas, se van a pelear seguro. Pero no fue así. La verdad es que nos llevamos siempre muy bien. Tuvimos cosas como todo el mundo, pero tuvimos también la suerte de que jamás en la vida nos gustó el mismo. Teníamos un gusto muy: «Mira qué guapo». «¿Ese?» (y cara rara). Y al revés. Si una le quita uno a otra, podría ser horroroso. Pero tampoco. O sea, encima del escenario yo intentaba que ella estuviera bien y ella que yo estuviera bien también.-De hecho, muchos grupos cómicos hombres se separaron.  -Sí. Por los egos. Nosotras teníamos los higos, como decíamos. No teníamos tanto ego.-¿Y los compañeros os trataron alguna vez con condescendencia o algo así?-Como iguales. Estábamos con Cruz y Raya, con Pedro Reyes, Wyoming… y cada uno estaba normalmente en un sitio. Aparte de en televisión, hacías unas actuaciones, a lo mejor, que eran los lunes, los martes, los miércoles, porque no trabajábamos ni salíamos los fines de semana, salíamos los días de diario. Y estaban llenos todos los locales, todos. Y entonces, hacías tu función y te ibas a ver a Wyoming o a Cruz y Raya, a quien fuera que esté por ahí. Éramos todos amigos. O Las Veneno, que eran otras también que estaban en ese momento funcionando también. Quizá empezaron un pelín más tarde pero más o menos igual.-Le dieron calabazas a Chicho Ibáñez Serrador.-Sí. Nos encantaba, era maravilloso, pero era: «Hay que hacer esto, y este es el texto que yo os doy». Nosotras decíamos que muchas gracias, pero el texto lo vamos a hacer nosotras. O sea, los sketches los hacemos, tú nos dices cómo nos ponemos y tal, pero el guion es nuestro. Y no lo aceptó. Y le dijimos que lo sentíamos. -¿Era una línea roja?-No teníamos líneas rojas, es que éramos dos absurdas que como nos estaba yendo bien en ese momento pues seguíamos trabajando. Ni hicimos eso ni otra cosa en Telecinco que hubiéramos estado cinco años y pagaban una pasta. Lo hicieron otros compañeros, porque te hacían hacer lo que quisieran ellos. Y a nosotras nos gustaba hacer lo que nos gustaba a nosotras y sabíamos que funcionamos por eso. También podríamos haber hecho Chile, Argentina y tal. Pero ya teníamos dos niños pequeños y trabajo aquí. Hemos hecho un poco lo que nos ha dado la gana. No sé si ha sido bueno o malo, pero ha sido así. -Fueron las primeras humoristas en actuar embarazadas en televisión.-Estábamos haciendo 'Ni a tontas ni a locas'. Y ahí empezamos a decir: «Dentro de dos años, quiero ser madre». Y se lo dije a ella. Ella dijo: «Sí, yo también». Teníamos pareja en ese momento. Íbamos volando hacia Canarias, perfectamente me acuerdo. Y dijo: «Sí, en dos años». Y a los dos meses me dice: «Me he quedao». Y yo: «¡Mira qué maja!» Y yo pensaba, a tomar por saco todo, ya no vamos a poder seguir trabajando. Pero seguimos. Y dije yo: «Qué dos años, ni qué dos años». Me fui a la misma piscina y me quedé embarazada también a los dos meses. Con lo cual estábamos las dos embarazadas. Y acabamos en junio lo que estábamos haciendo en televisión e íbamos a empezar en septiembre '¿Pero esto qué es?'. Estaban todos los humoristas que luego han sido los más importantes. Y estábamos nosotras. Y nos fuimos a ver al jefe, como ya sabíamos que ella estaba embarazada, y le dijimos: «Mira, es que a nosotras nos gusta mucho firmar los contratos con mucho tiempo». Y entonces dijo: «Vale». Si podíamos haber ganado, yo qué sé, 800, pues nos dijeron 600. Y dijimos: «Vale». Y el otro, con una sonrisita, nos hizo el contrato. Y nosotras con una sonrisita, dijimos: «Cuando vengamos en septiembre, verás tú». Y así fue. En septiembre no estaba ella sola, estaba yo también. La verdad es que toda la gente lo aceptó muy bien. Nos ponían cojines, y nosotras nos salíamos del cojín y bailábamos igual. Porque nos veíamos monísimas las dos con las barrigas. «Es algo que se han puesto para parecer embarazadas, para hacer la gracia»… Dios sí. La gracia dentro de nueve meses se va a llamar Dani y Guillermo. -¿Se sienten parte de la historia del humor en España?-Eso lo tienen que decir los demás. Creo que innovamos mucho, y que no era un humor tan fácil. También se ha ido perdiendo. Por ejemplo, cada vez que hacen cosas en La 1 sobre humoristas, están Martes y Trece, Cruz y Raya... y solo nos ponen a nosotras cuando hacen un monográfico de mujeres. Pero si nosotras éramos igual que ellos, en ese momento estábamos al mismo nivel. ¿Por qué tenemos que estar nosotras en un monográfico? ¿Monográfico de homosexuales? ¿Monográfico de hombres? ¿Monográfico de mujeres? Ojo, me encanta cuando lo hacen porque por lo menos salimos. O sea, no me voy a poner en contra a ver si ya no lo van a hacer y nos quitan del todo. Pero bueno, no me gusta quejarme porque he tenido tanta suerte. Hay tantísima gente que son actores y que llegan a mi edad y están a dos velas. Porque parece que eres Dios, y al día siguiente no eres nadie. Nosotras nos quitábamos las pelucas y no nos conocía nadie. Nos poníamos la peluca y no podíamos salir a la calle. Pero sin peluca, perfectamente.-También dio las campanadas en 2007. Porque en la época de 'Escenas de matrimonio', de hecho, fue incluso aún más famosa.-Con Virtudes era más constante durante mucho tiempo. Pero esto fue poco tiempo y ¡fu! Iba a ser tres meses, y, de pronto, empezó a tener tal audiencia… Mi suegro venía, el pobre, con el periódico y decía, ¡minuto de oro! Era una cosa increíble. Y teníamos que hacer más y más y más. Eso fue un poco angustioso. Yo me hago una foto con todo el mundo, pero empezaron a estar en la puerta de mi casa. Empezaron a seguir a mi marido a ver si era infiel. Y decir que le era infiel. O sea, unas cosas. Y mi marido: «Hay uno con la misma matrícula que me está siguiendo por todas partes». ¿Pero qué es esto? Eso lo he vivido y tampoco me ha hecho mucha gracia. Lo de Virtudes fue más cómodo porque fue más tiempo. Pero cuando tuvimos los niños ahí ya fue: «No era un cojín, eran niños». Y nos venían también a hacernos fotografías por la calle. Entonces sacábamos nosotras cámaras y se las hacíamos a ellos. La única vez que salimos en las revistas del corazón fue cuando los niños. Sabían el día que había nacido mi hijo y todos los años, el 23 de abril, iban a la puerta del colegio a hacernos fotos. O sea, en algún momento nos siguieron, nosotras no vendíamos nunca nada. -A finales de los 90 se separaron.-Elena quería hacer otras cosas. Yo me quedé: ¿qué voy a hacer? Pero luego hice 'Kety no para', una serie preciosa de Millán. Hice una serie con Millán y otra con Josema Yuste, cuando ya estaban ellos separados. Una era 'Kety no para' y la otra 'Agente 700', que yo hacía el Agente M-30. Más o menos siempre he trabajado. Fueron tres años, cada una haciendo otras cosas, y luego dijo: «Oye, que me apetece volver». Y yo: «Ahora ya no se acuerda nadie, pero vamos a hacerlo». Hicimos una rueda de prensa y dijimos que yo le había quitado el novio, que nos habíamos peleado, que ella me había pegado… Es que si decimos que no nos ha pasado nada y que nos iba fenomenal, no se lo van a creer.-Un bulo.  -Sí, pero sabían que estábamos de cachondeo. Era una broma, siempre hemos jugado a eso porque siempre han dicho cosas de nosotras.-¿Inventaban mucho?-De vez en cuando. Por ejemplo, sí me acuerdo, en algún periódico, que era lo de Virtudes contra Las Veneno. ¡Pero si éramos amigas! -¿Les gustaba crear una guerra?  -Sí. No sé si eso pasa también en los hombres, pero en las mujeres, que nos íbamos a tirar de los pelos, lo daban por hecho.-Como Oasis y Blur, los Rolling y los Beatles...-Pasaba como con tus amigos. En un momento dado, por supuesto, quieres muchísimo a esa persona, la adoras y algún tiempo te puedes cabrear. Pero para nosotras la base ha sido el querernos mucho y ser muy amigas. Eso es una ventaja. Lo que es recorrer España entera arriba y abajo con una persona que es amiga tuya. Estás en el coche y estás ensayando, pues ahora vamos a comprarnos unas bragas… Yo monologuista no hubiera sido nunca. Me parece un aburrimiento. A mí en el escenario me gusta lo que me da la persona ahí al lado, a ver cómo me deja el chiste. He trabajado casi siempre con dos personas. Con Elena o con David Muro en 'Escenas de matrimonio', que también era una maravilla. Ahora voy a trabajar también con otro compañero. Voy a hacer de la lazarilla de Tormes. Porque han hecho una versión... ¿Feminista? No, femenina, yo qué sé. Simplemente que era mujer. Entonces me pasan cosas un poco diferentes, pero nos hemos basado en todo lo que hay en el libro. Lo voy a hacer con David Bueno, que también es un actor magnífico. Empezamos en septiembre los ensayos. -¿Los humoristas son gente alegre o triste?-Triste. Somos tristes. Lo digo yo. Yo no estoy todo el día haciendo chistes, soy una persona seria. Pero luego sé que sé hacerlo y, además, me gusta y es una cosa que mucha gente no sabe hacer. Pero sí, creo que giramos más a la tristeza. Si me pongo a pensar, Lina Morgan estaba muy triste cuando hicimos las últimas escenas que hizo en vida. Y luego las hizo maravillosamente, pero creía que no iba a poder. ¡Ella! Y Gila, de mayor, igual. Estaba triste. Y, sin embargo, salía y era increíble. Mucha gente, que he conocido mayores, la verdad es que es más triste que alegre.-Las Virtudes, dijo, es lo mejor que le ha pasado en la vida.  -Es posible que lo haya dicho. Llevaba casi diez años intentándolo, hacía muchas cosas y había ido a Mérida dos veces antes de conocer a Elena... pero creo que me hubiera quedado en ir actuando y no sé. Es verdad. Fue tener la libertad de hacer lo que te diera la gana. Hacíamos lo que queríamos, escribíamos los guiones y si esto no me gusta, lo quitábamos. Y si esto no te gusta, pero a mi sí... «Bueno, venga, lo dejamos». He tenido la suerte de estar trabajando con una amiga.

Publicado el 27-08-2024 09:08

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